jueves, 28 de abril de 2011

Hoy jueves, a partir de las 19 horas, estará a la venta, entre otros, una edición especial de El guiño de la Chatarra, a un precio también especial. Sólo en el Centro Cultural Padre Manuel de Estepona, y en Des Colonnes, Tánger.


Has sobrevivido a naufragios
y te sorprende que flote el aceite




(por Paco Nadie)

miércoles, 27 de abril de 2011

Max's Kansas City



Hoy, pinchamos poesía y pinchamos rock y pinchamos a secas, a eso de las 23 horas. En Residencia (denegada)

miércoles, 13 de abril de 2011

Impermeabilidad Cognitiva



El próximo viernes 13 de mayo, en la coqueta ciudad de Mainz, tendrá lugar la íntima muestra (qué fea y cursi es la palabrita "premier") de The Famous Blue Raincoat. Viel spass...

martes, 12 de abril de 2011

Levante

Cuando hay viento de levante me vuelvo del revés.
Reconquisto mis espacios negativos,
me mudo al trasluz de mis persianas,
ronroneo estirada entre mis pliegues
antes de empezar a explorar incertidumbres.
Y alguna certeza.

Cuando el viento viene de levante sólo hay relojes de arena.
Y dunas serpenteando la eternidad.
La idea de la muerte no se esquiva, no se olvida, no se teme.
Está en mi cama, en las olas, en ti y en tu urgencia al abrazarme.
Hay una extraña fijación en la forma de cortar los tomates,
una pulsión cálida en el chorro de agua que limpia mis manos.
Y ese ssssssssss constante contra las ventanas,
ese tintineo de la persiana anunciando fantasmales visitas,
ese quejío agonizante en los muros
y esos portazos metálicos que no pueden venir de ningún sitio.

Cuando el levante rompe contra mis pechos
naufragan el Mal y el Bien, el nudo y la angustia.
El miedo es el escalofrío de los 40 grados a la sombra
y la paz saber que nadie intentará cambiarme.
La verdad es una sandía siempre fresca y crujiente
y el futuro, el lujo de mantenerse en silencio tras la pregunta.

Cuando soy levante, bañada en sudor, salitre y valentía
no temo volver a empezar para volver a fracasar.

Pero siempre llega la resaca y el desconsuelo.
Y el poniente, sin levantar un palmo los granos de arena,
sin portazos, dramas ni malos modos,
con la altanería de un académico,
borra mi memoria, vence mi valentía.
El poniente me llama turista.


por Patricia Simón Carrasco. (Subdirectora de Periodismo Humano)



(Patricia et moi, pillados por Javier Bauluz, Primavera del 2011, Brooklyn)


Todo poema nace de una extrañeza cotidiana, como un desconocido que nos acompaña constantemente y en el que vertimos besos y escombros y del que tomamos todo lo que nos da. El viento puede ser ese extraño de manos heladas que se desvanece ante la fijación roja del corte del tomate o al escuchar su propio murmullo. Porque al final todo es mundo y todo es intemperie. Para Patricia el viento no es una imagen cualquiera, ni casi ese extraño, por eso no resulta abrupto el giro de persona, convertirse en levante y vestirse de Bolonia, o del viento norte, o con tacón, comerse el corazón de la sandía y escupir el resto, la derrota que no el fracaso, cuidar lo que no importa, y volver. Lo dijo Cernuda, y ella, claro, conoce perfectamente esos mismos callejones a veces sin salida, esos cuarenta grados a la sombra que impone el miedo: “porque algún día yo seré todas las cosas que amo”. Y ese día el viento dejará huella, por fin.




(Autoretrato, NYC)

lunes, 11 de abril de 2011

Bosque Oscuro

En el bosque melancólico
vive un dios enfermo.
En el bosque oscuro las flores son muy pálidas,
las aves muy hoscas.
¿Por qué está lleno el viento de advertencias susurradas,
el oscuro camino de sombríos presagios?
El dios enfermo yace en la sombra,
sus ensueños son malignos.


Por Edith Södergran

Los impostores

Dicen de él que será un clásico, lo dicen académicos, chamanes y críticos, casi lo mismo. A mí siempre me gustaron los clásios que no acaban de serlo, tengo muchos ejemplos que no vienen al caso. Por eso lo acompañé a un acto al que lo invitaron la madrugada anterior un profesor de un módulo de cine (o máster, o curso, o FP o VPO) lo reconoció bailando en un discopub de Granada, nos interrumpió el dirty dancing y lo invitó a dar una charla-conferencia con sus alumnos. A aquellos estudiantes de cine el cine le suena a cine, es decir, a chino, pero el cine es exótico y cercano, y cada vez hay más academias de chino. Eran mayoritariamente chicas, me imaginaba a sus padres viendo películas en el canal de pago y pensando que pronto aparecería por allí y que a Berlanga también le costó lo suyo. El futuro clásico habló de casi todo y a casi nadie le importó nada de lo que decía, se limitaban a aguardar el momento del final para correr a abordarlo contándole sus obras (un corto y cuatro páginas de microsoft word letra 12 que van a ser un guion cuando acabe con el agobio de los exámenes y que presentará a un concurso con el que te becan en noséqué fundación) o que estuvo malviviendo por Marruecos el pasado verano con una furgo de se exnovio que era músico y tenía una maqueta pero que lo dejó porque ella quería viajar y estudiar y salir y a ella no le gustaban los compromisos). Y llegó el trágico momento del film donde el protagonista, el futuro clásico, dio un beso que fue como una ametralladora. De camino al bar escuché susurrar a Victor (un estudiante, de cine, que preparaba en la filmoteca un ciclo -bendita palabra- sobre Paul Morrisey) "no lo sabía, qué fuerte" y Mónica (una chica italiana muy preparada para la ocasión) le sonreía con cara de espasmo. Supe que la Escuela invitaría a comer, los impostores hablaban de Pasolini, Van Sant o Fassbinder -han sido educados en la digestión o integración, que no en el ridículo de la exposición- entre aquellos montaditos de melva y pizzas con todo lo que existía, yo tomé ensalada acompañada de gintonics y pensaba en Carmina Ordoñez. Un buen amigo alemán me enseñó a comer con gintonics, la pena es que sólo lo puedo poner en práctica cuando pagan los impostores. Tomé siete y, haciendo honor a Eduardo Haro, me alcanzó con una tónica. Ya algo tocado intenté coquetear, yo también quiero aprender chino.




Ideal

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martes, 5 de abril de 2011




por Jan Saudek