jueves, 19 de mayo de 2011

NUEVA HISTORIA DEL CINE IMPERMEABLE

Los griegos sentían admiración por la araña, el animal más sabio y técnico para Aristóteles. A través de sus hilos la araña construye la trama que puede acabar en un trampa complejísima, casi matemática, o reducirse a un simple hilito que conecte dos hemisferios. Aquí, este hilito impone el espacio que encierra de forma claustrofóbica al hombre, impulsándolo a una estructura que alcanza su culminación en la dimensión de una realidad que aprisiona sin remedio al individuo.
La niebla, el ruido seco de la lluvia, la verja que cierran oportunidades en nuestras narices, el aburrimiento hermenéutico o los sucios ventanales funcionan como metáforas de parálisis evidentes de una especialidad torturante e imperativa. Un eco que recorre un laberinto, el laberinto de la inexistencia a pesar de sabernos vivos, un laberinto tan fino y lineal como la tela simple de una araña que captura por igual sin necesidad de tejer en exceso ni de esconderse en lugares recónditos para atrapar. Porque el gusto elevado no requiere lo pintoresco de las especies y sí de una realidad descarnada, seca, austera, privada de sustancia vital.
El deseo de herir y el de matar están fuertemente ligados a nuestra necesidad sexual o caníbal, bajo cuyo signo nadie actúa razonablemente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y dónd está aquí el cine?? céntrate un poco, sólo un poco, hijo.

J. Alejandro dijo...

Por tu comentario entiendo que no veas dónde está el cine, y me alegra mucho. Los consejos dáselos a tu puta madre, guap@