viernes, 11 de marzo de 2011

Hombre sin Descendencia

Sobre la búsqueda consciente, sobre esperar algo más de la vida, algo nuevo y mejor, caen, muy a menudo, chaparrones de mediocridad. Es legítimo, eso sí, como lo es veranear con tu novia en Benidorm o ponerle a tu hijo Kevin o bailar con las canciones de Miguel Bosé. Lo dice Luis Á. Piñer, la esperanza exige que la abandones para realizarse. Estos días tengo un paraguas inmenso: la lectura de un guion que me está golpeando en las sienes y me deja anestesiado durante horas en la Cacharrería (la mejor cafetería que conozco en Sevilla, donde el querido Piquero es adicto a la mermelada de mora)soy el primero en leerlo y puedo confirmar mi, aquí sí, bendita fortuna. Qué hermosa es la naturaleza cuando se pronuncia de esta forma. Con este paraguas volveré a Tánger donde la lluvia es fina y el tiempo inmutable, me llevo un libro recomendado por Alberto Santamaría (de él me fío), Literatura de Izquierda de Damián Tabarovsky, y el nuevo poemario de Braulio Ortiz Poole (con el que siempre coincido bailando), Hombre sin descendencia, y poco más, por mencionar sólo lo mencionable. Aspiro a no abandonar esta isla a menos que sea por motivos estrictos, tacto y placer, es decir, acudir a la presentación de The Famous Blue Raincoat la próxima semana o cuidar a mis paisanos del norte, entre otros rigores. Hoy estrenan Incendies, trabajo que recomiendan encarnecidamente Antoine (el Cordobés) y Carlos Boyero, de ellos me fío. Vuelvo a la lectura y al hielo, algún día le contaré esto a mi nieto Kevin en Benidorm, y que la vida es algo más.

2 comentarios:

jesus márquez dijo...

kiyo dónde vasss, vaya vaya qué lejos te piras, qué tristezaaa. tomo nota de esas cosas mencionables, cuidate de las no mencionables. un abrazo muy grande, poeta

LoLa dijo...

te debe quedar tan bien Tánger...un besazo